domingo, 30 de diciembre de 2007

El último beso - Tango -




La noche corre en desvelo,
hacia su última puerta
abatida en el olvido
del vino.
En la infinitud de la celada
entre recuerdos, alguien la siente
se desgaja
es la lágrima última
del tango.
Su última sílaba se aroma
con la noche del vagón de fondo
murmullo santo de la estrella
lejana.
La mano que nunca cerramos
las horas que nunca tuvimos
los besos que no se alcanzaron
en la estrechez del río
en la amplitud del corazón.

La noche corre, desvaría
hacia su última puerta.
Unas piernas la caminan por ráfagas
las prefiero en su lejanía
en su andar descalzas
en su altivez de medias negras
en sus labios de pasión secreta
en su religiosidad ebria.
Las prefiero solitarias en las calles
donde ronda el poema ausente
el prófugo letargo
la nube corrompida de la lluvia última.

Tengo una golondrina atada
en el aroma de una rosa
en la piel santa del abdomen
de una cárcel, para el último viaje.
Es la última puerta de la noche
el hilo del tiempo desconocido
el llanto interno en Buenos Aires.
La puerta por donde iré
con el cielo desvanecido
apagado por la luz que muestra
que ya amaneció el tango en el puerto.
La noche pasa con su nostalgia
va hasta el verso de su destino.

Luis Gilberto Caraballo

Sueño de letras - Tango-


Sí. Hundirse una noche en las calles del puerto
Caminar, caminar [...]
Sí. Sola. Siempre sola [...]
Sí. Tirar el ancla. Sí. Muy junto a ese
barco gigante de rayas rojas y blancas y
verdes [...] irse, y no volver.

Alejandra Pizarnik



Lobos y gitanos
amores entrantes
sobre el río de la plata
sobre una guitarra de luces
faltantes,
como tu amor
a puerto Madero.

Torres de nubes
las noches se suben al obelisco
y se bebe el tango de la pampa
que perece en su traición
en los puentes de miseria
de una plaza desconocida.
Noche de magia
y de barcos silentes.
Nostalgias caminan
en su paladar de entregas,
amplios son sus linderos
no se miran para no morir
en sus aceras.

Tango de dos ríos
y dos ojos
se sujetan de sus locos
y albores
como la noche ebria
llega terca
y sueña de sus letras
con sus labios jadea.
Lenta,
hasta morir
en la sonrisa de las calles ajenas,
loco tango toca su sed.


Luis Gilberto Caraballo
Encuentro con el sur

Deambula soledad - Tango -

Tango que deshilachas
las calles de la nada
en los cafés de la noche alba
sus aromas a labios de lluvia
y sus cinturas trenzan al tiempo deshecho
un sueño del sur
padece de la subida,
antojos la bajan hasta sus piernas
y la juegan con máscaras,
falacias de sayas, perfumes que se ajustan.

Tango te escondes
en su arrabal de novia rota
hasta la aldea de sus ansias,
moja el canto ebrio de un visitante
la recorre
y el mirar del puerto viejo entreabierto
en la oscura voz se agita
y pasa agazapado.

Tango como sus manos
llenas de Buenos Aires
del sabor a vino eterno
con sus calles se aguantan, contenidas en sus faroles
deambulando con sus soledades
entrañables días heridos.


Luis Gilberto Caraballo 2005
Encuentro con el sur

sábado, 29 de diciembre de 2007

Un día

Un día nos hicieron niños
nos trajeron desnudos al mundo,

limpios de almas
Un día nos hicimos púberes y perdimos inocencia,

cometimos equivocaciones
Un día nos hicimos adultos,

cuando ya
teníamos heridos el corazón y
nos faltaba el sueño
Un día nos haremos viejos y

regresaremos dibujando
en nuestra cara el mapa
de un viaje épico
con el cual se delinea
la última memoria.
Un día

no estaremos
tendremos una cama blanca
vacía en nuestro espejo
con olor a minutos hermosos,

una bata - traje colgado con perfume
y la corbata de una ceremonia

Qué niños con los ojos de faros fuimos

Que púberes nobles y dulces éramos
!Qué adultos!

viendo el tiempo entre nosotros caer,
los árboles deshojarse
Cuanto hemos desecho?
!Qué viejos somos viviendo niños!, !Que niños viviendo viejos !

Un día nos hicieron

cívicos moldes
doblegando el pulso de esos púberes
Un día nos hicimos pueblo,

bajo la mirada de la noche incompleta
Un día construimos ciudades,

y andábamos en un afán indetenible
Un día nos hicieron país,

y conocimos,
amanecimos con fronteras frente a los ojos
Un día nos tomaron y nos convirtieron en países lejanos
Qué país!
Hace cuanto tiempo ya se fueron de nosotros?

Un día estaremos

viendo desde la luna nuestro cielo y
no sabremos del río, de la flor, de nuestra ausencia

Un día mataron a un niño,

era un soldado inocente
Un día mataron a un sueño,

nos sembraron distancias
Un día acabaron el pan, y nos dieron opio
Un día se nos ha ido el día
Y ahora nos queda el amor sin luz,

sólo la luna y estrellas iluminando con temblor
Y con eso nos basta


Un día nacimos pobres,

éramos felices
tocando la guitarra en alguna alameda,
mirando el tiempo detenido
Un día nos hicimos ricos,

y manó el oro de nuestros suelos,
parecía que teníamos un nuevo Dios
Un día nos dimos a conocer,

aprendimos que no estábamos solos
Un día

estábamos con suficientes cargas,
adulaciones y compromisos
y nos falto el tiempo,

el alma que pusiera orden en el sueño

Un día

no éramos nosotros
así continuamos,
buscando, exhaustos, ajenos

Un día toco el trueno

y hubo luz resquebrajada en el cielo,
se vaciaron las noches de canciones
Un día

nos tropezaremos
con el muro del tiempo y
habrá vacíos, nostalgias
Un día subiremos

hasta las esquinas del mar
buscando el infinito
Un día bajará

la lluvia desde las nubes y
limpiará con dulzura trenzada
Un día

como hoy
nos volvemos acercar a lo que fuimos en un inicio
A la noche

donde el viento tiene nuestro pulso
y nos parecemos más a los árboles en su
semblantes,

a los nódulos de los troncos,
tienen en su fachada nuestros gestos,
en sus pies nuestras raíces
Un día

nos volvemos a mira
r en lo más cerca y que extraños somos

Un día volveremos a la noche,

diluidos en el silencio

Un día que no termina

y aún hay fuerzas para proseguir


Luis Gilberto Caraballo 2006

Me frecuenta

Me frecuenta el querer ser
como la tierra viva.

Me frecuenta la nostalgia
como una noche deshojada
Me frecuentan mis memorias
como el mar en su azul al horizonte
Me frecuenta la soledad
como los páramos blancos en silencio.

Me frecuenta una casa de muchas puertas
de una sola llave
de muchas deidades
y de una sola voz
de eternas noches
de abrazar iluminada con sus cantos lunares.

Me frecuenta un aroma
de pomarrosa en la ventana del bosque tibio
de una noche y una copa con tus labios
me frecuenta la infinitud del vuelo del pájaro en su fuga
de sus hallazgos en la sombras de otras veredas
me frecuenta un espejo
una vida andada en la que me veo

Me frecuenta ese aliento
ese murmullo incandescente en las mañanas
me frecuentan mis manos
hacedoras del rostro de arcilla
me frecuenta el silencio
con su presencia de tierra mansa
me frecuenta el miedo agazapado
de lo insondable en las vértebras del tiempo

Me frecuenta una guitarra
en la alambrada del llano
y un cuatro que se amamanta de la hondonada
me frecuenta un canto blando de luz
como un río abrogado de orquídeas
me frecuenta el pulso testimonial
como un piano nocturno.

Me frecuentan las flores
de una dama fortuita
me frecuenta el tono
la solemnidad del amanecer
me frecuenta la dulzura
de unas copas verdes templadas de luz
me frecuenta el naranja del atardecer
sobre el vaso de la mar avenido
me frecuenta el sueño
tramado en la arbolada del ancestro
me frecuentan las miradas
y el pan con su flauta.

Me frecuentas esta noche
poblada

me frecuentas
con tus pies blancos y un camino al alba
me frecuenta espejada la noche
en el puerto de las ballenas

Me frecuenta
con tus sueños de mar
me frecuenta el instinto
el animal que danza,
el tiempo.

Me frecuenta una voz
interna, una morada
me frecuentas esculpida
con la arquitectura de las nubes

Me frecuenta la culpa
frente a la tarde tendida y el reloj de arena de la mesa.
me frecuenta unas lágrimas
tibias sobre el viaje del no regreso.

Me frecuenta tanto verde
sobre mis ojos
como sueños y cuentos
me frecuentas con los bailes
del alborozo y la jaula azul del cuerpo
me frecuenta pasiva
la luz sobre la piel del tiempo
que cae autista. Me frecuentas cada mañana...


Luis Gilberto Caraballo
Agosto 2005

viernes, 28 de diciembre de 2007

Mensaje Fin de año 2006


Era lunes
y olía a fin,
se fueron los soles del año
la lluvia de los amigos,
quedaron; las tazas de café al amanecer,
el relámpago de la noche,
los pies de horas interminables
y de un destino sin cumplir.
Así como también, quedo el incienso,
de un poema leído
bajo el candil de la esperanza,
y un reloj detenido
en el andén de la vida
zurcido entre abismos.
Las calles estaban rebosadas de angustias.

Aparecía un temblor,
que cegó la lengua
y olía a panque. Se amasijaba
con el futuro, y el pasado.

Las agujas de las arañas
enhebraron,
su silencio
y a la catedral metálica,
del pájaro, que dejaba sus tierras y se elevó al mar.

Ahí, estaban las amapolas
en sus capullos,
arrullando, el coito de las miradas limpias.
La playa desnuda, asoleada por el amarillo
y el olor a coco,
era el tiempo que se nos iba.
Era el árbol de las hojas de pino y de luces.
Lunes, sí casi lunes
y otro año se iba,
sin preguntar.
Tan solo era eso, se iba
a descansar
en un sueño.
Y algunos regalos, bajo su sombra,
quedarán arraigados,
como sus hijos en tierra.

Estuvimos frente a frente
entregados ,
bogando
entre parajes y sorpresas.

Ahora, nos quedan solo noches,
y aún podemos decir, imaginar
reír, decidir.
Y aún, es lunes,
y no se ha terminado el mundo.
Aunque olía a fin,
nos seguiremos viendo.
Aunque fenezca,
sabremos que nos dimos,
y aún,
no nos vence el tiempo efímero,
pero como va pasando.
Y aún, hay caminos
interminables por ver.
Volverán, como los soles que llegan.
Las noches que no se agotan,
aún, no nos iremos,
aún podremos.

Luis Gilberto Caraballo
Dic 2006

Náufrago del verso

Hace tiempo algo
me alcanza,
desnuda,
con su relámpago
entre las consonantes de la voz.
Como un cordel de inocencia,
deja aromas ,
luz en el encuentro.
Es un vino servido por un tiempo,
distinto,
imaginario,
quizás pasado,
inexistente.

Entre sus verdes y luminosos sueños
se alzan los astros infinitos
conmemoran una misa
y cuelgan de los ramales versos incendiarios.

Hoy descubro, otra vez ,
su tiempo de morar

cuando callan, pulsan
titilan,

atraviesan praderas nocturnas
con ojos de pureza,
cuando tocan la piel,

el silencio.

Vuelvo a encontrar hoy,
el muelle y un barco solitario.
Apunta con su mástil
a lo más hondo y oscuro,
al náufrago del verso.

Luis Gilberto Caraballo 2007

jueves, 27 de diciembre de 2007

Siempre hay un día


Foto: gigante-huila.gov.co/sitio.shtml?apc=m-G1--...




A lo mejor te encuentre en alguna noche
en el mismo lugar,
donde la Ceiba tiene el semblante del tiempo
y seguro no podré ver sus raíces.
Sus ramas,
algunas más altas,
otras más débiles, parecerán colgadas
por los dioses en un cuadro nocturno, volando.
Como los sueños y las nubes;
que muchas veces no sabemos cómo aparecen, y por qué.
Solo apreciamos que flotan y nos llevan a derroteros diferentes.
Aparecerá sóla la Ceiba,
erguida como una torre iluminada de azares y coincidencias.
Y se verán ondear en ella, sus hojas,
como bailarinas elegidas por la ventisca en el teatro de la vida.
Y el eco en el alma
transmontará en nosotros tantos años y desnudará la memoria y la desmemoria.
Para entonces saber,
que había muchas miradas eludidas entre nosotros,
y otras que estuvieron demás
Como también,
una sonrisa plateada,
y unas manos deseando tocar a las otras.
Y alguna pena,
cuando olvidé,
olvidamos que también existías,
y existíamos en un abismo.
Si aún tienes tiempo, y si aún crees, presientes
que unas manos hilan del más allá nuestros andares.
Ese quizás sea una de las recompensas para tanto olvido.
Éramos parecidos, éramos tejidos bajo el mismo cielo
y alguien dispuso que no supiéramos el uno del otro,
ni el otro de nosotros y así la noche se congregaba en su cierres
y amanecía en la ceiba.
Y el viento luminoso se encargaba de escribirnos una historia
en sus raíces,
cuando bebía desde lo profundo,
en sus ramas donde dejaba sus huellas, sus marcas incumplidas.
Para que hoy,
justo en la noche,
supiéramos el uno del otro,
y los otros de nosotros
y supiéramos que no estábamos solos,
no éramos errantes mercaderes de almas,
ni amasijos sin destinos,
éramos los mismos.
Sí fuimos elegidos
para arribar al mismo puerto del encuentro, al mismo sitio
que nos dio origen.
A ese cielo que callaba con su prestancia de noche libre
que vivió muchos días de apatías,
y muchos días de distancias,
y sinsabores. Le debemos nuestro río, y nuestro amor
y le debemos que con su semblanza se pare en algún paraje ante nosotros
y nos deje ver la historia, más nítida y clara que la luna esbelta.
Como siempre existía alguien más quieto, un guardián
alguien menos avezado, mucho más distraído.
Quizás mucho más sabio
y ese es entonces
nuestro último destino, nuestro último hombre.
Lo que somos nosotros,
lo que hemos sido siempre.
Y que no se nos olvide,
que alguien nos mira desde lo más alto,
sin juzgarnos.


Luis Gilberto Caraballo
Diciembre 2007